Para que las lámparas fluorescentes funcionen, han de tener reactancias dado que el proceso de descarga en gas requiere intensidades y tensiones definidas. La reactancia sirve para precanlentar los electrodos de la lámpara, para generar una tensión de encendido suficiente y para limitar la intensidad de descarga.
Los parámetros necesarios se pueden mantener tanto con reactancias electromagnéticas (inductivas), que a su vez se dividen en convencionales y de poca pérdida como con reactancias electrónicas.
Reactancias convencionales:
Son bobinas compuestas por un núcleo de hierro envuelto con hilo de cobre. El funcionamiento del tubo fluorescente precisa además de un dispositivo externo de encendido, o sea, un cebador.
Reactancias de baja pérdida:
Estas reactancias funcionan como las convencionales, pero están formadas por un núcleo de hierro más largo, de chapa magnética de superior calidad y por bobinas de cobre, que presentan mayor diámetro de hilo y menor número de espiras. Con este diseño se reducen las pérdidas electromagnéticas y las óhmicas.
Reactancias electrónicas:
Este tipo de reactancias están construidas con elementos y circuitos electrónicos. Hacen que los tubos fluorescentes trabajen con tensión e intensidades de alta frecuencia (20 a 50KHz). Las lámparas se encienden aplicando tensiones generadas en el circuito interior propio. A diferencia de las reactancias convencionales, no hace falta el compensador por ser el factor de potencia mayor que 0,95 (cos-φ>0,95)
Aparte de las funciones fundamentales que cumplen también las reactancias convencionales, las electrónicas poseen una serie de ventajas más que se exponen a continuación.
Las reactancias electrónicas son:
- Más seguras.
- Más ecológicas.
- Más confortables.
- Comodidad: Luz estable, sin centelleos, que suprime la fatiga visual (+/-25KHz.). Encendido rápido y silencioso.
- Seguridad: Calentamiento muy bajo. Supresión del efecto estroboscópico. Seguridad automática al final de la vida de la luminaria.
- Ahorro de energía:
- Debido al régimen en AF, aumenta la eficiencia luminosa. Eso significa que, dado un flujo luminoso, la potencia de la lámpara es menor, con lo que se reduce el consumo.
- Cómo la pérdida de potencia de una reactancia electrónica es más baja, se reduce también la potencia instalada.
Con reactancia electrónica la vida de un tubo fluorescente prácticamente se duplica, pasa de 8.000 horas (reactancia convencional) a 15.000 horas, además no lleva cebador, por lo que el mantenimiento se reduce considerablemente.
- Ahorro del aire acondicionado:
La instalación de reactancias electrónicas en las luminarias con tubos estándar del mercado podemos conseguir ahorros significativos.
- En una luminaria con tubo fluorescente de 18w se puede ahorrar el 35% del consumo energético.
- En una luminaria con tubo fluorescente de 36w se puede ahorrar el 20% del consumo energético.
- En una luminaria con tubo fluorescente de 58w se puede ahorrar el 20% del consumo energético.
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