La iluminación es esa pequeña luz que pasa desapercibida hasta que nos llega el recibo de electricidad a final de mes. ¿Sabías que el alumbrado es casi el 20% de la energía eléctrica que se consume en una vivienda? ¿Y que en oficinas es entre el 20% y el 40%? Y lo más importante, según los expertos es posible conseguir un ahorro en alumbrado de más de un 40%. En esta serie temática sobre iluminación eficiente vamos a analizar cómo lograr este ahorro.
Según los datos del IDAE, en una vivienda de tipo medio el alumbrado constituye el 18% del total de energía eléctrica consumida. Según estos mismos informes, en el caso de oficinas el porcentaje es aún mayor. Dependiendo del lugar geográfico donde estemos, y por lo tanto de las horas de sol disponibles, este consumo en iluminación puede oscilar entre el 20% y el 40% del total.
Considerando el mayor consumo eléctrico de las oficinas, este porcentaje de iluminación supone un valor aproximado de 3900 GWh al año (equivente al 2% de la electricidad total consumida en el país). Si damos por bueno el objetivo de lograr un 40% de ahorro en alumbrado, en el sector oficinas podríamos dejar de emitir casi un millón de toneladas de CO2 al año.
En el caso de los locales comerciales, donde una gran iluminación es parte fundamental del negocio, el porcentaje del consumo total que alcanza la electricidad es mayoritario. Simplemente una pequeña mejora en la eficiencia energética de los receptores de alumbrado supone una reducción drástica del recibo de la luz.
Tal es la importancia del alumbrado en el balance energético que se establece también para las lámparas el etiquetado energético. Mediante esta clasificación por letras se establecen unos niveles de eficiencia energética que va desde la A (la más eficiente) hasta la G (la menos eficiente).
Desde las primeras bombillas de filamento de tunsgteno, el desarrollo de nuevas tecnologías de alumbrado han aportado lámparas con una eficiencia energética muy superior. Esto quiere decir que las nuevas lámparas son capaces de producir la misma iluminación con un consumo de energía eléctrica muy inferior.
En esta serie temática vamos a describir y analizar los diferentes tipos de lámparas de bajo consumo que hay en el mercado, que nos van a permitir un ahorro notable en la factura energética.
Hablaremos en primer lugar de las denominadas lámparas compactas fluorescentes o CFL, que tienen un consumo de energía muy bajo.
Otro tipo de lámpara de bajo consumo de la que vamos a hablar es la de tecnología LED, de la que todos hemos escuchado y leído opiniones de todo tipo.
Menos conocida es la tecnología ESL (Electron Stimulated Light), que promete ser toda una revolución. Sus prestaciones son comparables a las tecnologías LED y CFL, una calidad de color equivalente a las incandescentes, y ausencia total de mercurio.
Los tubos de tipo T5 son la última generación en cuanto a desarrollo de fluorescentes lineales. Se reconocen inmediatamente por ser más delgados que los fluorescentes habituales. Este tipo de lámpara tiene una elevada eficiencia energética y una duración superior al resto de lámparas (alrededor de 20000 horas).
Aunque los tipos anteriores son los más habituales, existen otros tipos de lámparas de bajo consumo sobre los que también hablaremos en próximos artículos.
El conocimiento de las tecnologías disponibles en alumbrado eficiente es fundamental para adoptar medidas de ahorro energético y convertirnos en nuestro propios gestores energéticos.
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