Philips desarrolló un sistema de iluminación generado por bacterias que no utiliza electricidad.
La demanda energética es, quizás, uno de los mayores desafíos que enfrenta la humanidad de cara a esta nueva década y al futuro de la especie en general. Por eso, a alternativas como los biocombustibles, las células fotoeléctricas, la energía eólica y los focos LED de bajo consumo, se les suma una nueva compañera: la bioluminiscencia.
Philips, uno de los mayores productores de focos del mundo, decidió enarbolarse como uno de los pioneros de las energías alternativas y comenzar a experimentar con el concepto de bioluminiscencia para proporcionar una alternativa económica, limpia y renovable pero que a la vez se adapte a necesidades reales y cotidianas.
La bioluminiscencia basa su funcionamiento en una serie de bacterias que, al alimentarse con gas metano, genera una especie de fosforescencia similar a las luces químicas tan utilizadas por pescadores, alpinistas, espeleólogos y rescatistas.
Como, evidentemente, esta luz no es lo suficientemente efectiva como para iluminar una habitación completa (por lo menos no en estas instancias), se espera que tenga usos múltiples en condiciones de baja iluminación, como en boliches, salas de cine, teatros, pasillos de aviones, colectivos y en otras aplicaciones como en autopistas, pistas de aterrizaje, salidas de emergencias y muchas cosas más.
La demanda energética es, quizás, uno de los mayores desafíos que enfrenta la humanidad de cara a esta nueva década y al futuro de la especie en general. Por eso, a alternativas como los biocombustibles, las células fotoeléctricas, la energía eólica y los focos LED de bajo consumo, se les suma una nueva compañera: la bioluminiscencia.
Philips, uno de los mayores productores de focos del mundo, decidió enarbolarse como uno de los pioneros de las energías alternativas y comenzar a experimentar con el concepto de bioluminiscencia para proporcionar una alternativa económica, limpia y renovable pero que a la vez se adapte a necesidades reales y cotidianas.
La bioluminiscencia basa su funcionamiento en una serie de bacterias que, al alimentarse con gas metano, genera una especie de fosforescencia similar a las luces químicas tan utilizadas por pescadores, alpinistas, espeleólogos y rescatistas.
Como, evidentemente, esta luz no es lo suficientemente efectiva como para iluminar una habitación completa (por lo menos no en estas instancias), se espera que tenga usos múltiples en condiciones de baja iluminación, como en boliches, salas de cine, teatros, pasillos de aviones, colectivos y en otras aplicaciones como en autopistas, pistas de aterrizaje, salidas de emergencias y muchas cosas más.
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